Por Pedro Alonso
El usar un pañuelo blanco como símbolo de que es pacifista, pero realiza un evento para “demostrar su poder de convocatoria”, es un acto provocador, más no de conciliación.
El tomar de la mano a su esposa, besarla en público, no es señal que de que no es misógino, sino por el contrario, Alberto Roa, solo demuestra que tiene una mentalidad machista.
Y es que, los vecinos de Santa Rita Tlahuapan, me darán la razón, o por el contrario me pueden tachar de mentiroso, pero, en los pocos eventos de los que estuve presente en la pasada elección, Alberto Roa, tuvo de la mano a su esposa y la estaba besando a cada instante.
Sus asesores, en esta ocasión le recomendaron usar a su mujer para dar otra cara ante la denuncia por violencia política en razón de género; quisieron ocultar el machismo, lo misógino, y creo que le salió el tiro por la culata.
Para manejar el tema de la violencia política en razón de genero existen otras estrategias, y creo que lo pudo haber solucionado con la entrevista, que les dio a los medios de comunicación al termino del evento de Alejando Armenta, candidato a gobernador, pero no fue así.
Expresiones como “sólo he expresado lo que siento” y “estamos en un proceso electoral y desgraciadamente aquí nos van a pegar con todo”, son afirmaciones, que se interpretan como “se tiene que aguantar” “que no chille”, o aquella expresión que usan los políticos “si no te gusta cocinar, para que te metes a la cocina”.
Así que el beso en público, y agarrarle la mano en todo momento a su esposa, solo fue un signo que se interpretó de que fue un sometimiento.
Muy mal para los asesores de Alberto Roa, no pudieron manejar una crisis, y sino pudo con este tema, menos podrá con el gobierno municipal de Santa Rita Tlahuapan, donde una mujer le puso el pie para que tropezara.