Por Lado B @ladobemx
Vivo en una comunidad perteneciente al municipio de San Martín Texmelucan. Me llamo Pilar y me denomino a mí misma como una guerrera.
Jueves
Estos tiempos de pandemia han sido muy difíciles para muchas personas, comprendo en cierta medida a quienes han sufrido como nosotros la pérdida de un ser querido, pero debemos ser fuertes y continuar con nuestras vidas, aceptar una partida y recordarles siempre con amor, porque en realidad siempre estarán en nuestro corazón.
La vida no es fácil para muchos, pero somos mexicanos y las y los mexicanos no nos sabemos rajar. Les platicaré un poco de mi vida. Nací en 1995, yo era una niña normal, como todas las niñas del mundo, sonriente y alegre, hasta que poco antes de los tres años empecé sin explicación a tener moretones en el cuerpo, y hemorragias constantes, mis papás me llevaron a varios médicos sin encontrar la respuesta de mi situación.
En una tarde normal, mientras comíamos en familia empecé a sangrar de la nariz y no podían parar la hemorragia, con la desesperación de no saber qué hacer, aunado a que ningún médico local sabía qué tenía, nos recomendaron ir a Puebla al Hospital del Niño Poblano, donde los médicos acertaron a la enfermedad que tenía y el diagnóstico fue Púrpura Trombocitopénica, un trastorno hemorrágico en el cual el sistema inmunitario destruye las plaquetas, necesarias para la coagulación normal de la sangre.
Una vez detectada la enfermedad fue necesaria una extirpación quirúrgica. Esta fue mi primera vez en un quirófano. Me retiraron del cuerpo un órgano llamado bazo, como tenía 3 años, yo me imaginaba que me había comido un juguete, pero no recordaba haberlo hecho, jejeje.
El bazo forma parte del sistema linfático, que combate las infecciones y mantiene el equilibrio de los líquidos del cuerpo, y contiene los glóbulos blancos que luchan contra los gérmenes. El bazo también ayuda a controlar la cantidad de sangre del organismo y destruye las células envejecidas y dañadas.
Los médicos le dijeron a mi familia que por mis síntomas solo viviría poco tiempo, aunque la noticia les cayó como balde de agua fría, esto nunca nos debilitó y me hizo más querer vivir mi vida de forma normal. La primera misión, ingresar a la escuela.
Fui una chica siempre de buenas calificaciones en la escuela, y a pesar de que me gustaba el deporte, en especial basquetbol, nunca conseguí tener una condición física adecuada, siempre me cansaba a los primeros minutos del partido.
Después de la educación básica, mi objetivo ahora era tener una carrera universitaria, me interesó estudiar Ingeniería en Biotecnología. En el segundo año de la carrera universitaria mi cuerpo empezó a tener cambios nuevamente, tenía una especie de moretones en las piernas que duraban hasta un mes sin quitarse y unas ganas de quedarme dormida en todos lados por la pérdida de fuerza que tenía, creímos que era consecuencia de la primer enfermedad, pero fui a revisarme y en el ultrasonido el médico quedó muy sorprendido, dijo que era de urgencia, llamó a varios colegas y me dijo que lo llevaría con el médico especialista, ya que era muy delicado mi caso.
Solo una semana después de mi cumpleaños número 20, me dijeron la enfermedad que tenía, una noticia que nunca voy a olvidar: insuficiencia renal crónica, y desde ese momento mi vida cambió por completo.
Me diagnosticaron hipoplasia renal, una malformación renal congénita caracterizada por los riñones anormalmente pequeños. En ese momento me dijeron que por el daño de mis riñones tendría que tener un tratamiento sustitutivo renal que ayudara a mi cuerpo a eliminar las toxinas, entonces empecé con el tratamiento de diálisis.
Durante tres años estuve en diálisis peritoneal, fue una experiencia nueva y tuve que ingresar a quirófano, ya que para este tratamiento necesitaba de un catéter. El catéter es colocado en el estómago, el cual se conecta a una máquina de diálisis, su tratamiento es de 9 horas.
Sin desanimarme, terminé la carrera de Ingeniería en Biotecnología esperando tener oportunidad en el área laboral. Lamentablemente el campo laboral no está preparado para darle oportunidad a alguien como yo, entre las excusas me decían: “tienes el trabajo, sólo regresa cuando te cures”, como si esto fuera una gripe, en fin, eso no me desanimó.
Después de un tiempo dejó de funcionar el tratamiento inicial, por lo que subió de categoría, como ya era una paciente en situación renal crónica avanzada el tratamiento sustitutivo renal era la hemodiálisis, el cual es más delicado porque se trabaja directamente con la sangre, y fue así que a los 23 años empecé con el tratamiento. Para ello necesitaba un acceso repetido al torrente sanguíneo, por lo que me insertaron un catéter intravenoso y nuevamente visité el quirófano.
Para el tratamiento de hemodiálisis estuve un año con un catéter temporal que se coloca en el cuello, mientras mi cuerpo aceptaba un catéter permanente en el brazo izquierdo llamada fístula arteriovenosa.
Me han realizado hasta el momento 3 intervenciones para tener esa fístula. Esta enfermedad y este tratamiento es muy desgastante, en todo sentido. Una de sus secuelas es la descalcificación, la anemia, y otras enfermedades que se desarrollan como la pérdida de vista o incapacidad para caminar.
El día 6 de junio del 2021, justo el día de las elecciones, aconteció algo inesperado en mi vida, de la nada se escuchó un tronido de hueso (literal se rompió el hueso de la nada) y al mismo momento ya estaba en el piso de mi cuarto, tuve una fractura del fémur izquierdo y de la caída me fracturé el hombro izquierdo, y nuevamente entré a quirófano. Me pusieron dos tornillos en el fémur y una férula en el brazo y estoy en cama sin poder levantarme, los doctores dicen que será por unos 60 días, esperemos que así sea, #YaEstoyAburrida.
Mi mamá falleció en agosto del 2020 a causa de la pandemia, un año muy triste para mí. En estos momentos mi papá está a cargo de mí, es taxista, pero la mayor parte del tiempo no puede trabajar porque está conmigo en los hospitales o en la clínica de hemodiálisis. Por causa de la pandemia hay menos trabajo y es el único ingreso de la casa y ha sido muy difícil para nosotros, pero poco a poco hemos podido seguir luchando, también mis herman@s me ayudan en lo poco o mucho que pueden, sé que se amarran el cinturón para brindármelo y siempre les estaré agradecida.
Pero esta ocasión la imposibilidad de moverme por mí misma, y estar postrada en la cama, ocasiona que la única manera para ir a mis sesiones de hemodiálisis es con una ambulancia, aquí es donde a veces estamos batallando, porque debo ir todos los lunes, miércoles y viernes, de no hacerlo las toxinas invadirían mi cuerpo. Y digo batallamos porque como está descompuesta la ambulancia del IMSS de Texmelucan, la que nos lleva usualmente, quien nos ha apoyado es la ambulancia de Protección Civil, ya nos han llevado en repetidas ocasiones gratis, pero como ellos mismos dicen, también se deben sufragar los gastos, y es que el costo, por cierto, no es nada barato, hemos preguntado en varios lugares y el traslado hacia la ciudad de Puebla oscila en los 2 mil pesos por viaje de ida, y otros 2 mil por el viaje de vuelta; para que lo tomen en cuenta por si alguna ocasión lo necesitan (espero que nunca).
A grandes rasgos, esta es la historia de mi vida, ahorita batallando para pagar la ambulancia que nos lleve mañana, y mañana ya me preocupo por la que me llevará en la siguiente cita, jejeje. Así que chicos, no se desanimen, la vida está hecha para vivirla y luchar para continuar en ella, somos mexicanos y los mexicanos no nos sabemos rajar. #EnRecuperación
Direccion. Aunque sea con poquito la apoyo. Si le sirven.