Huaquechula, Pue.- Algunos hombres buscan pagar alguna pena o agradecer un milagro, polo lo que durante la procesión del Viernes Santo, con el rostro cubierto, descubiertos del torso, con espinas incrustadas en pecho y brazos, y cargando cadenas son los llamados engrillados.
Hombres que expresaran al máximo su fe, desde la mañana, ya mentalizados y dispuestos a retribuir con unas horas de penitencia el favor que Dios les concedió, salen de sus domicilios para iniciar el tortuoso recorrido de más de 10 calles para llegar al ex convento de San Martín.
Cubren sus rostros con una tela negra, posteriormente, incrustan en sus cuerpo espinas de nopal, así empieza la descarga de dolor, finalmente, atan a sus cuerpos cadenas con un peso que va de los 40 a los 60 kilos.
Por si fuera poco, improvisan una “bola” con cadenas, que a su vez atan a uno de sus pies para arrastrarla por la vía pública, esto hace que su andar sea sumamente lento, les permite ofrecer el mayor sufrimiento y cansancio posible.
El peso de las cadenas, el dolor de las espinas, el calor del sol y el cansancio de la caminata hacen prácticamente insoportable el recorrido, pero –dijeron-, los impulsa la fe y el agradecimiento a dios.
A diferencia de otros municipios, no se les permite ir en compañía de una persona, según la tradición el ir con alguien representa el pecado, por ello deben ir solos, para no perder la concentración y purificar sus culpas correctamente.
Sin embargo, algunos otros, optan por una variante, cargan una cruz de hasta 120 kilos, a ellos si se les permite ir escoltado por algunas personas, quienes retienen la cruz por algunos momentos, solo en lo que el penitente recupera el aliento.
La tradición de los engrillados también se desarrolla en otros municipios de Puebla, el más famoso, Atlixco, sin embargo, en cada demarcación varía el significado, los instrumentos y, desde luego, la distancia de los recorridos.